En Pergamino, los hermanos Bunge logran más de 400 dólares de margen bruto por hectárea con un modelo de ganadería intensivo de altas cargas animales.
¿Es posible obtener un margen bruto en torno de los US$ 400 por hectárea, equivalente a un alquiler promedio de 18 quintales por hectárea de soja realizando ganadería en la mejor zona agrícola del país?
Así lo demuestra el modelo de Ganadería Intensiva Rentable (GIR) que la empresa familiar Agro Casea SA aplica en Pergamino y que genera resultados económicos en el tiempo comparables con la mejor agricultura de la región pampeana.
En pleno corazón maicero de la provincia de Buenos Aires, los hermanos Carlos, Alberto, Eduardo y Sara Bunge desarrollan agricultura y ganadería sobre 262 hectáreas. El campo cuenta con 70% de aptitud agrícola (suelos clase II y III) y un 30% de aptitud ganadera, con bajos inundables, cañadas y suelos alcalino sódicos (clase VI y VII) de menor productividad.
Todo comenzó en 2004. En ese momento, la parte agrícola del campo estaba alquilada. Con algún excedente, aprovechando la buena relación soja/vaquillona, y después de no pocas discusiones familiares, los hermanos decidieron comprar 49 vaquillonas preñadas para comenzar con la actividad ganadera. El objetivo era aprovechar los bajos a través de pasturas mejoradas. «La idea inicial era crecer en la cantidad de cabezas y tener una «caja de ahorro» a futuro reinvirtiendo las utilidades», explica Carlos Bunge.
En el 2006 con la caída de los precios y la estrepitosa liquidación de stocks, contrariamente a lo que hubiera resultado sensato en ese momento, la firma decide redoblar la apuesta mediante un crédito para aumentar el plantel ganadero y hacer mas eficiente su explotación.
Si bien hoy la agricultura es la actividad mas importante de la empresa -que realizó en la campaña 2015/16 su primer siembra por administración contratando los labores- el modelo ganadero contribuye y mucho a la facturación y al resultado de la firma, y es complementario en el uso y el aprovechamiento de los lotes, además de aportarle seguridad, diversificación y estabilidad al sistema. Este sistema, dicen sus propios dueños, termina con la dualidad agricultura versus ganadería y propone agricultura mas ganadería.
Una rotación ganadora
«La rotación soja de primera -rye grass pastoreado – maíz tardío permite implantar tres cultivos en dos años, dos de ellos gramíneas, con una mejora de la estructura de suelos, lo que provoca un círculo virtuoso aumentando los rendimientos. Además, mejora el control de malezas difíciles como la rama negra», dice Carlos Bunge.
En los lotes de aptitud agrícola se hace agricultura en siembra directa. El 20% de esa superficie se implanta con pasturas con una base de alfalfa de alta calidad, y el 80% restante va a agricultura y se pastorean los rastrojos. Los lotes de aptitud ganadera se dedican 100% a esa actividad.
«El pastoreo sobre rastrojo era tabú», admite Bunge y explica que realizan una siembra de rye grass con avión en el 50% de la superficie implantada con soja cuando ésta se encuentra a punto de madurar (estadio R7). Este año, por ejemplo, la siembra aérea se realizó el 7 de marzo y cosecharon el 30 del mismo mes, con un rinde de 40 quintales por hectárea. Realizan esta practica desde hace cinco años, con la precaución de sacar los animales de los lotes de aptitud agrícola los días de lluvia.
Manejo de la carga animal
Sin pausa, de las 49 vaquillonas que adquirieron en 2004 hoy llegaron a los 210 vientres. La carga es de cuatro animales por hectárea en los lotes agrícolas, y de un animal por hectárea en las cañadas.
En un principio, vendían todos los terneros al destete. Pero durante estos últimos años se volcaron a la recría de una parte de la producción anual de terneros con los lotes sembrados con rye grass sobre soja, e incorporaron la suplementación de silo de planta entera de maíz en bolsones para autoconsumo.
Para esto, además, de los verdeos de invierno se siembran maíces tardíos a principios de diciembre con dos meses de barbecho, sobre los verdeos de invierno que se pastorean hasta principios de octubre, cuando las pasturas ya están en plena producción.
Venden los machos que recrían con 270 kilos. «Pero esto es flexible, según esté en el momento la relación entre el valor del ternero y el del novillo», cuenta Bunge.
La reposición de las hembras se realiza con rodeo propio, y engordan la cola para su venta. La vaquillona vacía se vende luego del tacto. Se entoran las vaquillonas a los 15 meses con toros que den terneros de bajo peso al nacer que se compran en cabañas de la zona (se usa un total de 2,5 a 3% de toros). Sólo en ocasiones realizan inseminación artificial a tiempo fijo para mejorar la genética. En los últimos años lograron un porcentaje de preñez del 94% promedio.
Las pasturas de base de alfalfa se fertilizan a la siembra con 100 kilos por hectárea, y se las refertiliza durante el año con altas dosis (entre 150 y 200 kilos por hectárea). El pastoreo es rotativo en pequeñas parcelas de 2 a 3 hectáreas, dividas con eléctrico. Se confeccionan además rollos, y de ser necesario se compran afuera.
Entre las principales fortalezas que destacan los Bunge, se encuentran la diversificación del riesgo y de los ingresos, lo que le da al modelo mas estabilidad en el tiempo. «Es un modelo «todo terreno» que soporta la volatilidad de precios de las diferentes producciones, de la economía del país, y las diferentes condiciones climáticas», dice Bunge y destaca que cuentan con el equivalente al valor de tres cosechas en hacienda.
En el corto plazo, la empresa busca estabilizar el número de vientres en 210-220, mantener las altas cargas de 700 a 800 kilos por hectárea y retener mas hacienda para intensificar el sistema a través de engorde a corral y lograr así aumentar la producción de carne total a 58.000 kilos.
Fuente: María Martini para La Nación Campo
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