Es a cuatro años y busca combatir la Fasciola hepatica y la Cooperia. Un grupo de investigadores uruguayos de las Facultades de Ciencias, Medicina y Veterinaria, trabajan en la confección de una vacuna para combatir cada una de las parasitosis ampliamente difundidas en ovinos y vacunos.
Es un proyecto a cuatro años que recién está en su comienzo, generando a nivel de productores e industria una gran expectativa.
El esfuerzo cuenta con el apoyo de la Unión Europea, en el marco del programa Horizonte 2020, que concedió una subvención de 9 millones de euros para trabajar en vacunas contra parásitos.
El proyecto que trabajan los uruguayos, conocido por el acrónimo de PARAGONE (vacunas para parásitos gastrointestinales) es coordinado por la profesora Jacqui Matthews, en Edimburgo y reúne a 17 socios científicos e industriales de todo Europa, Uruguay y China, que buscan alternativas para lograr nuevas vacunas contra parásitos multicelulares.
Hasta el momento no existen vacunas en el mercado contra los gusanos parásitos y su control se realiza básicamente a través de fármacos específicos veterinarios, con la problemática de que la mayoría de los principios activos, de tanto usarlos y de mal aplicarlos, están generando poblaciones resistentes; el fenómeno de resistencia afecta a todos los países productores y no solo a Uruguay.
Carlos Carmona, profesor agregado de la Unidad de Biología Parasitaria del Instituto de Higiene explicó a El País que “lo que se busca es utilizar prototipos de vacunas que existen en la actualidad, combinarlas, mejorarlas, de forma de generar respuestas inmunes efectivas contra esas enfermedades parasitarias”.
Carmona, junto a sus otros dos socios por Uruguay, Gonzalo Suárez (Facultad de Veterinaria) y José Tort (Facultad de Medicina), agregó que junto con especialistas de otros países, especialmente de Irlanda y España, “se trabajará en potenciar la efectividad de antígenos desarollados por los distintos laboratorios para producir una vacuna más efectiva”.
A la vez, se pondrán a prueba nuevos adyuvantes desarrollados por las empresas participantes.
Los adyuvantes son moléculas que mezcladas en la vacuna favorecen la presentación de esos antígenos aportados al sistema inmunológico y permiten generar una inmunidad protectora.
Carmona sostuvo que la idea es llegar a producir una vacuna para combatir cada uno de los parásitos citados que sea lograda a través de ingeniería genética y contenga componentes de diferentes antígenos capaces de producir una protección significativa que permita su comercialización.
En este sentido un problema relevante que tienen las vacunas investigadas contra estos helmintos es que no han producido niveles de protección lo suficientemente altos como para ingresar al mercado.
“Todos estamos de acuerdo que estas vacunas contra gusanos no van a ser tan efectivas como las que protegen contra virus o bacterias”, explicó el experto.
Entonces se aceptan como comercializables vacunas que sean capaces de cubrir el 80% de la infección en una vaca o una oveja.
“Nuestro proyecto apunta a tener vacunas efectivas y fáciles de producir, que sean accesibles para los productores y que distintas empresas que participan en el consorcio, a su vez, lo puedan transformar en productos”, dijo el profesional.
Problema.
La resistencia y algunas limitantes impuestas por mercados como la Unión Europea, que buscan eliminar los niveles de residuos de medicamentos en carnes y otros productos que importan, achican el espectro de herramientas para combatir la Fasciola hepatica y otros parásitos, incluso los parásitos externos.
“Todo eso hace que la vacuna sea una salida muy importante. Hay muy poca investigación en fármacos nuevos por lo que aquellos que consigan desarrollar vacunas en los animales productivos, van a tener la capacidad de venderlas con cierta facilidad, porque se han convertido en una necesidad”, explicó el doctor Gonzalo Suárez, experto de Facultad de Veterinaria, con una amplia experiencia en el trabajo con antihelmínticos.
“Los parásitos gastrointestinales son un problema serio en la producción. Tenemos mayor número de drogas pero la resistencia está bastante extendida y van quedando pocas herramientas de control estratégico”, agregó.
Cooperia es el parásito gastrointestinal más importante de bovinos en Uruguay, porque se adquiere en una etapa muy importante del desarrollo del animal.
Experiencia.
Por su parte, el doctor José Tort de Facultad de Medicina, recordó a El País que el desarrollo de vacunas “se basa en un trabajo previo de los distintos grupos participantes y que han ido desarrollando distintos candidatos a vacuna en forma independiente”.
La meta es unir esos esfuerzos “en una vacuna combinada y hacerlo de forma comparable, hacer ensayos en Uruguay que puedan ser comparables con los que se hagan en la Unión Europea. Uno de los temas que tiene la validación de los productos como vacunas es que los ensayos tienen que ser hechos en condiciones óptimas para ser después validados y aceptados por la industria, que pide condiciones de trabajo especiales”, apuntó.
Las vacunas que aspiran a desarrollar los investigadores uruguayos apuntan a Cooperia y Fasciola hepatica, con distintos antígenos a probar y comparar en el marco de la investigación.
En caso de la Fasciola hepatica, la idea es finalizar con un ensayo a campo.
“Si obtenemos una vacuna con alta capacidad de proteger en condiciones experimentales, la validación más importante se haría vacunando tropas en condiciones de crianzas normales en el país”, explicó Tort.
La Fasciola hepatica causa daños globales por US$ 3.000 millones:
La Fasciola hepatica provoca pérdidas a nivel de todo el mundo por US$ 3.000 millones al año.
Si bien los datos sobre fasciolasis en bovinos y ovinos en Uruguay tienen bastantes años, la información en la actualidad de decomisos de hígados en frigoríficos demuestra que la parasitosis sigue pegándole fuerte a la producción ganadera y a la industria frigorífica.
Las pérdidas se generan por la reducción que la infección produce en la producción de carne, leche y lana en los animales parasitados.
A esto deben sumarse los costos derivados del tratamiento con los fármacos disponibles, así como los decomisos de hígados afectados en las inspecciones que realizan los veterinarios del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca en la industria frigorífica.
Como la fasciolasis tiene presencia en los cinco continentes se calcula que a nivel global las pérdidas ascienden a US$ 3.000 millones por año.
En nuestro país la Fasciola hepatica está presente en los 19 departamentos y las pérdidas que produce ascienden a varios millones de dólares anuales. Es un problema productivo serio en algunas zonas del país dedicadas a la ganadería.