Si bien la Argentina se adelantó a Brasil y EE.UU. que han tenido o siguen teniendo restricciones para ingresar a China por la vaca loca, los importadores valoran más la carne uruguaya que lleva varios años en ese destino. Los desafíos para avanzar. La experiencia del director de un frigorífico local.
“Nuestra vinculación con China continental comenzó antes de que la Argentina pudiese exportar hacia ese destino. Participamos del SIAL China 2011, junto al IPCVA; ahí hicimos los primeros contactos y luego los importadores vinieron a visitar nuestra planta. Los negocios arrancaron en 2012”, recordó Ricardo Schiavoni, Director del frigorífico Forres-Beltrán, ubicado en Santiago del Estero. Y agregó que hoy “la exportación de carnes representa el 30% de la facturación de la empresa, a pesar de la lejanía al puerto de Buenos Aires, y China es el tercer destino tras la Unión Europea y Rusia”.
De acuerdo al protocolo sanitario vigente entre ambos países, la Argentina sólo puede exportar a China carne congelada, sin hueso, excluyéndose el producto enfriado y las menudencias. “Los cortes de alto valor como el bife y el lomo que se destinan a supermercados, hoteles y restaurantes, los compran en Australia que además de estar autorizada para el enfriado tiene la ventaja de la corta distancia”, contó.
Entonces, los frigoríficos locales embarcan ese tipo de cortes finos a la Unión Europea, con mejores valores, y a China se envían algunos del delantero, de menor precio, sobre todo garrón, brazuelo y tortuguita, muy apreciados para sus comidas típicas. “Aquí, estos productos tienen escasa salida, por lo que se destinan a industria para molido, pero en China cotizan muy bien. Los preparamos como ellos prefieren, por ejemplo, quitándole la bananita a la tortuguita y envasando al vacío ciertos recortes de la despostada, en paquetes de 1 kg. De esta forma, agregamos valor y logramos precios 20 a 30% superiores a los del mercado interno. Es un negocio potencialmente interesante”, sostuvo Schiavoni.
En tanto, menudencias y cortes con hueso, en lugar de colocarse en el mercado chino se destinan a Hong Kong. “En invierno, cuando baja la demanda del consumo interno, les mandamos asados de inferior calidad. Sabemos que los clientes redireccionan esta mercadería a China continental, pero esta informalidad tiene su costo, hay más gastos de fletes, papeleo, etc. Ingresando en forma directa, seríamos más competitivos”, planteó Schiavoni.
Mejorar el acceso
En cuanto a la limitación de la carne enfriada, la autoridad sanitaria de China hace hincapié en la durabilidad del producto. “La Unión Europea admite 150 días desde la fecha de producción por lo que tenemos tiempo más que suficiente para preparar y embarcar la mercadería. En cambio, China exige un período mucho menor a pesar de que el buque tarda unos 45 días. Esto favorece a Australia, primer abastecedor de esa plaza”, aseguró.
Con respecto a Uruguay, segundo exportador, el empresario planteó que “también se ven perjudicados por la prohibición del enfriado, pero les admiten carne con hueso y algunas menudencias, a pesar de que cuentan con el mismo status sanitario que la Argentina en materia de aftosa. Y esto significa una importante desventaja para nuestro país, por lo que Senasa viene reclamado igualdad de trato”.
En ese sentido, el actual protocolo de Uruguay es el mismo que tenía la Argentina hasta 2006, cuando lo perdió a causa de un brote de aftosa. Entonces, mientras negociaba uno nuevo, el servicio sanitario chino cambió sus exigencias y varios productos fueron excluidos. Esto tuvo gran impacto porque las importaciones del gigante asiático crecieron en forma exponencial en el último bienio.
La Argentina fue rehabilitada en 2011 y, actualmente, el Ministerio de Agricultura y la Cancillería, junto al IPCVA, están trabajando para que se incluya la carne refrigerada, la carne con hueso y las menudencias entre los productos autorizados. La presentación de los documentos técnicos se hizo en octubre y ahora se espera la respuesta de las autoridades chinas. Un punto crítico a tener en cuenta, de concretarse el reingreso, es que China presenta ciertas limitantes de logística para el mantenimiento de la carne enfriada en los puntos de llegada.
La posición argentina
Si bien la carne argentina es muy valorada en el mundo y saca ventajas de precio en la mayoría de los destinos, en China esto no sucede. En los grandes mercados de Shanghai, compite como un commodity con la de Australia, Uruguay y Nueva Zelandia, que tras varios años de presencia activa en el mercado son reconocidos por su calidad. Cabe recordar que Estados Unidos aún tiene limitado el acceso por la vaca loca y Brasil acaba de ser rehabilitado tras la suspensión que pesaba desde 2012, a raíz de un caso atípico de la enfermedad.
“Los clientes valoran el producto australiano y el uruguayo; el nuestro logra menores precios. Hay que considerar que además de haber ingresado mucho antes que la Argentina, Uruguay exporta cuatro veces más. Los importadores chinos ya conocen su marca y la pagan, es un gran reto mejorar nuestra posición”, subrayó.
Schiavoni sostiene que “como en todos los mercados, la Argentina está limitada por las retenciones, los ROEs y el tipo de cambio. En China, a estos obstáculos hay que sumarle el bloqueo al enfriado y a las menudencias. Por eso, es importante profundizar las negociaciones para ampliar el acceso”. También, piensa que “las ganaderías del Mercosur deberían trabajar en conjunto para promocionar la cultura del consumo de carne, hoy de apenas 4 o 5 kg por persona al año, y diferenciar las cualidades específicas del producto de cada país”.