Darío Colombatto, de la FAUBA, explica los aspectos salientes de la nutrición fetal y resalta qué deben tener en cuenta los productores que hacen ciclo completo y compran terneros.
“Hay que entender la nutrición durante todo el ciclo productivo. Ya no se piensa que lo importante arranca después del destete, ni siquiera al pie de la madre. La alimentación de la hembra preñada puede impactar en el feto, tanto en la performance del propio animal, una vez nacido, como en la expresión de algunos de sus genes por varias generaciones”, dijo a Valor Carne Darío Colombatto, especialista de la FAUBA, en relación a los aspectos destacados en nutrición bovina presentados durante el 37ª Congreso Argentino de Producción Animal (AAPA), realizado recientemente.
La nutrición fetal consiste en suplir los requerimientos nutricionales de la hembra gestante para evitar impactos negativos en su progenie. “Un ejemplo práctico es suplementar a la madre durante el último tercio de la gestación con un concentrado proteico como pellets de soja, tres veces por semana, a razón de 450 gr/día. Así, se vio que las hijas tuvieron mayor peso al destete, llegaron a la pubertad un poquito antes y el porcentaje de preñez durante el primer servicio también mejoró. No interesa tanto cuánto pesa el ternero al nacer, sino el peso al destete”, explicó Colombatto refiriéndose a la experiencia de Rick Funston de la Universidad de Nebraska, “quien va adelante en la investigación en nutrición prenatal a nivel mundial”.
En cuanto a la progenie macho, indicó que “más allá de mejorar el kilaje al destete, el de la carcasa también fue favorecido, o sea que hubo respuesta 18 meses después de haber suplementado a la vaca”. Además, Funston asegura que “incluso aumentaron el porcentaje de reses con calificación choice, que influye en el precio pagado por la industria, y el de marmoreo”.
En el país
En base a las experiencias realizadas en los Estados Unidos, actualmente, en la Argentina, se están llevando adelante los primeros ensayos de nutrición prenatal en la FAUBA junto al INTA Rauch, la Universidad de La Plata y el INIA de Uruguay. “Lo que se busca es validar la información en función de la realidad local. El interrogante a resolver es lo que siempre nos preguntan los productores: ‘¿Se verán los resultados de la suplementación cuando la madre tiene un buen estado corporal o sólo cuando está flaca? ¿Si raciono una de estado 3 (en la escala de 1 a 9) esto ya implica que el peso al destete sea mayor?”, ejemplificó Colombatto.
En la Argentina, la mayoría de las vacas llegan al parto con lo justo. “Los criadores de la Cuenca del Salado, por ejemplo, que estacionan el servicio y hacen palpación rectal, entre otras prácticas, logran una condición corporal de 4 a 4,5 al momento del parto, salvo en situaciones de sequía o inundaciones extremas. Y tal vez esto podría ser suficiente y no se necesite suplementar”, planteó. Sin embargo, advirtió que “esos productores son sólo el 15/20% del total y tienen el 50% de las vacas. Pero en muchas regiones extra pampeanas llegan cayéndose y continúan así hasta el nuevo servicio”.
Entonces, la investigación local apunta a “saber cuál es el estado corporal mínimo al momento de parir para no someter a la progenie a un estrés posterior. Por lo pronto, no lo sabemos, es más, Funston tampoco tiene una respuesta súper clara”, señaló el especialista de la FAUBA.
En ese sentido, en Nebraska suplementan a las vacas gestantes porque en los campos de cría los pastizales naturales son muy pobres y muchas veces están bajo nieve. En la Cuenca del Salado y en otras zonas de cría del país, en cambio, con un buen manejo se puede tener pasto en cantidad y calidad. “Entonces, lo que queremos determinar aquí son los puntos críticos de control para orientar al productor: por ejemplo, si el estado corporal al parto es tal, tomá la decisión de suplementar o hacé destete precoz a los dos meses”, reveló.
Más innovaciones
Una herramienta novedosa que promueven los investigadores en los Estados Unidos es el entore de la hembra a los 15 meses, en la primera primavera, con no más del 52/53% de su peso adulto, cuando en la Argentina siempre se aconsejó hacerlo con el 65% de su peso adulto. “Funston asegura que se pueden ahorrar costos de recría entorando más temprano. Pero cuidado, quien dice esto, está tomando como concepto que la alimentación de la vaquillona va a ser muy buena durante el segundo y tercer invierno como para que ésta complete su desarrollo”, advirtió Colombatto.
Otro propuesta interesante para el manejo de la cría es aprovechar la relación entre la nutrición prenatal y los indicadores reproductivos. “Funston no está tan atento al porcentaje de preñez: si necesita 500 terneros, da servicio a mil y hace presión de selección sobre esa base. Las 500 que quedaron preñadas en muy corto tiempo, unos 45 días, van a volver a preñarse todos los años en el mismo momento. La hipótesis es que éstas tuvieron mejor nutrición cuando eran feto, o sea en el vientre de la madre. Hay una heredabilidad muy alta de este tipo de caracteres”, afirmó.
En el congreso de la AAPA este tema fue tratado por Juan Loor, de la Universidad de Illinois, otro investigador de primera línea a nivel mundial, que dio una charla sobre nutrigenómica o interacción entre genética y nutrición. “Loor se refirió a ciertas sustancias de los alimentos, llamadas dadores de metilo, que tienen la capacidad de alterar genes específicos cuando el animal está en estado fetal. Se habla de sobreexpresión de un gen si éste se ‘prende’ y supresión si se ‘apaga”, explicó Colombatto. Y agregó: “es un tema fascinante que el día de mañana se conocerá más y permitirá manipularlos no sólo para expresar parámetros reproductivos, sino para mejorar la respuesta inmunitaria”.
Recetas
El mensaje más fuerte para el productor local es que la nutrición arranca antes de que haya nacido el animal. “El que hace ciclo completo tiene que tener puntos críticos de control para no dejar caer la condición corporal de la vaca por debajo de cierto umbral. Aunque por el momento no sabemos exactamente cuál es, en la práctica habría que evitar que sea inferior a 4 (en la escala de 1 a 9) en todo momento del año. Esta sería la receta y después la podemos afinar”, recomendó.
Otra cosa importante que deberá empezar a considerar el ganadero es que “si cometiera errores en la nutrición fetal, probablemente, los genes que se apagaron durante la gestación van a mantenerse en ese estado por cuatro a cinco generaciones en la progenie hembra de su rodeo”, remarcó.
En cuanto a la propuesta de entore de la vaquillona con el 52/53% del peso adulto, Colombatto subrayó que para ponerlo en práctica “hay que llevar muy bien la primera recría de las vaquillonas y cuidar al detalle la primera y segunda gestación porque además de los requerimientos del feto y de su propio mantenimiento, todavía son muy jóvenes y están creciendo. Si, en cambio, esas vaquillonas se mandaran al rodeo general no se preñaría ninguna en el segundo ni tercer servicio, con lo que se perdería todo lo ganado”.
Por último, si se trata de un productor que compra terneros, tendrá que mirar con mayor atención quiénes son sus proveedores y cómo manejan las vacas. “Si yo compro reposición y luego obtengo información de la faena de esos animales, puedo empezar a seleccionar mis proveedores en función de la calidad, ya no sólo del ternero sino del feto. Tengo que pensar que una mejor carcasa está relacionada también con la nutrición prenatal. Es un todo”, finalizó Colombatto.
FUENTE: Revista Chacra