En el NOA, la empresa tiene 15.000 cabezas Brangus y realiza ciclo completo en campos que se extienden por toda la región. La clave está en la genética y la súper integración.
Hacer ganadería en el noroeste argentino no era tarea sencilla. Las excesivas temperaturas de la región, sumado a la explosión de la agricultura, relegaron a la actividad. El desarrollo genético de los últimos años rejuveneció a la actividad y hoy puede hacerse de forma sustentable.
En el NOA abundan historias que reafirman el potencial de la ganadería vacuna, cada una con su sello distintivo. En el caso de Ganadera Caburé sería el de un manejo integrado y en grandes extensiones, produciendo su propio alimento para la hacienda y dividiendo el ciclo ganadero en estaciones.
«La clave es que tenemos un negocio integrado. Producir nuestro propio ternero es un negocio más estable y puede aguantar todos estos chubascos que hay con la actividad. No dependemos de factores externos y hacemos todo por decisión empresarial, con la mejor tecnología y la menor compra de insumos», cuenta Rafael Mortarotti, presidente de Ganadera Caburé Sociedad Anónima, sentado en un cómodo sillón de la Sociedad Rural de Tucumán, donde Infocampo se hizo presente durante un seminario organizado por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva).
La ruta de la vaca
Caburé desarrolla la ganadería en unas 60.000 hectáreas que se extienden por Catamarca, Santiago del Estero y Tucumán. Cuenta con 15.000 cabezas de raza Brangus, en su amplia mayoría.
«Hacemos la cría en los campos más al sur del NOA, en el límite con Córdoba, una zona más marginal en cuanto a lluvia. La recría de hembras y la agricultura es en un campo en Santiago del Estero, y la recría de machos y el engorde a corral, en Tucumán», detalla.
Como si siguiera un recorrido turístico, la vaca pasa por estaciones o paradas de acuerdo a la región. Mortarotti profundiza: «Los campos de cría producen los machos que se destetan y se vienen a recriar a un campo en Tucumán, que está sobre la Ruta 9. Es un campo de ruta asfaltada que tiene aptitud de recría importante y a su vez tiene un corral de terminación. Entonces, el macho entra, se recría durante el tiempo necesario, entre el peso del destete y el peso que uno decide para entrar a los corrales. Entra en un período de entre 90 y 110 días promedio de engorde y terminación. Ahí sale para la venta».
De acuerdo a los promedios históricos de Caburé, los animales ingresaban al feedlot con 260 kilos y salían con hasta 400 kilos. Sin embargo, una serie de factores externos forzaron a bajar las pretensiones. «En los años de seca tuvimos que entrar con animales más livianos para engordar a todos, porque si no engordábamos una parte, y el mercado de Tucumán se acostumbró a que un animal arriba de 380 kilos lo empiecen a castigar en precio», explica.
Con una ganancia de peso de 1,100 kilo, el animal sale con 370 kilos, estimando unos 100 días de estadía en el corral y unos 110 kilos de engorde. «Hoy, por destete y demás, entramos con un animal más liviano. Estamos con un promedio de los machos de entre 350 kilos, aproximadamente, unos 15 kilos menos del promedio histórico, y la vaquillona gorda sale con un promedio de 320 o 330. Lo que es venta de vaca gorda se engorda a campo lo que se puede y el resto se termina en los corrales», agrega Mortarotti, que calcula una capacidad de feedlot para 7.500 cabezas instantáneas, aunque están en una cobertura del 30%.
Producir alimento propio es otro elemento diferencial de Caburé. Todo el sorgo y maíz que cosechan se dirige a consumo de la hacienda. «Son campos mixtos en las rotaciones. Todo lo que es maíz y sorgo va a silo o picado o si no queda como grano seco o húmedo para los corrales. También cultivamos soja y poroto negro, que se comercializan», dice.
Con el animal listo para la venta, Mortarotti lo dirige a dos canales de comercialización que se llevan el 95% de lo faenado. «Vacas y toros gordos es a través de un matarife en Santiago del Estero. En novillos y vaquillonas del feedlot, que es el volumen más grande, tenemos un matarife de Tucumán con el que trabajamos hace muchos años», explica.
El total de carne producida refleja la magnitud del negocio de Caburé. En 2014 produjo 2,2 millones de kilos, aunque Mortarotti cree que superarán esa cifra: «Los efectos de la seca hicieron que vendiéramos categorías más livianas y ahora estamos empezando a poner más kilos por animal, subiendo el peso promedio de faena. También entramos en un proceso de retención de vientres, que va a producir una mayor oferta». Con más animales y de mayor peso, la ecuación cierra.
La cabaña, una pasión familiar
Hace varios años, Mortarotti adquirió embriones de la reconocida cabaña Las Lilas. Ese fue el puntapié para un desarrollo genético tal que hoy cuenta con una cabaña propia y garantiza autonomía en el entore.
«El principal cliente que tiene Ganadera Caburé es Ganadera Caburé. Tenemos 550 toros en servicio todos los años, con reposición del 20%, es decir, unos 100 toros», asegura. Actualmente están entorando unos 5.500 vientres. El número era mayor, pero las secas del 2012 y 2013 obligaron a achicarse. El índice de preñez es del 80 al 85%, según cómo se den las condiciones climáticas.
Un aspecto diferencial es que ofrecen toros que se adapten a las condiciones que impone el NOA. «Son toros funcionales que son producidos para nuestra zona, que es de garrapatas, altas temperaturas en verano y heladas fuertes en invierno», explica.
Al igual que en el ciclo ganadero, tener toros propios le ha generado autonomía beneficiosa. «Si tuviera que salir a comprar 100 toros costaría capital y tiempo que uno necesita. Los toros no los encontrás en uno, dos o tres remates. El circuito es muy grande y necesitás mucho tiempo para viajar detrás. Es un tema puntual y de costos muy importante», admite.
Por estos días, buena parte de los esfuerzos de Caburé se dirigen a la venta de toros. Tras varios años de apostar por el desarrollo genético, en agosto de 2016 darán un salto importante organizando, junto a una cabaña amiga, su primer remate.
«Estamos acostumbrados a vender muchas jaulas de hacienda todas las semanas. El objetivo siempre es cargar dos jaulas de novillo gordo y también una o dos de vaca, según la época. Vender toros es distinto, porque hay otra relación, otro manejo, y la gente lo trata distinto», dice.
Mortarotti cuenta que el objetivo era hacerlo durante este año, pero prefirieron esperar un tiempo más: «Será para comercializar nuestra parte de elite, nuestra genética. Es un placer llegar a organizarlo porque esas etapas son muy lentas. Alcanzar el volumen, calidad, cantidad y continuad en esa genética no es fácil de lograr».
Mortarotti se entusiasma al hablar de esta nueva incursión. Se nota que le produce la mayor de las satisfacciones, y admite que es un legado: «La empresa familiar ha tenido cabaña históricamente, está en nuestro ADN y es algo que nos gusta. No es tan buen negocio, pero lo hacemos por pasión. A la larga, si a la ganadería uno no la hace con pasión, no sobrevive».
Las estaciones
En el sur del NOA hacen la cría, una zona marginal en cuanto a lluvia.
En Santiago del Estero hacen la recría de hembras y la agricultura, donde producen alimento suficiente para cubrir a la hacienda. También cultivan soja y poroto negro.
En Tucumán está la recría de machos y el engorde a corral. Permanece de 90 a 110 días y salen con 350 kg.
En 2014 produjo 2,2 millones de kilos de carne, aunque este año, estiman, serán más.
El grupo empresario
Ganadera Caburé es sólo una de las tres unidades de negocios que tiene el Grupo Argenti. Por un lado, producen, empacan y exportan limones de Tucumán a través de la empresa Argentilemon. Elaboran productos industriales, jugos concentrados, aceites esenciales y aromas de jugo de limón. La empresa es considerada como una de las que mayor crecimiento tuvo en el rubro en las últimos años.
También cultiva uva en San Juan, además de peras y manzanas en el Valle de Río Negro y de Villa Regina. El Grupo Argenti incursiona en otras actividades, como producción de caña de azúcar, y hacen agricultura, especialmente soja y poroto negro.
Fuente: Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo
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