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Estrategia para enfrentar el problema de escasez de mano de obra calificada

En Alemania consideran que la falta de capacitación será uno de los principales problemas de la agricultura; Deula-Nienburg, una de las escuelas de oficios de mayor reconocimiento, es ejemplo internacional.

Uruguay no tiene exclusividad en la problemática de la escasez de mano de obra calificada. Este es un problema mundial y algunos consideran que se transformará en uno de los inconvenientes más grandes de la agricultura del futuro.

Los consumidores esperan alimentos con el máximo nivel de calidad y eso sólo se puede lograr con mano de obra calificada. Aunque parezca raro, este problema también lo enfrenta Alemania.

En el país europeo, reconocido por sus desarrollos en ingeniería de última generación, hay gran avidez por mano de obra especializada y así lo demuestra la tendencia alcista de los salarios de las industrias. Pero la gran diferencia es que allí ya están enfrentando el problema de una forma muy práctica y eficiente.

Deula-Nienburg es una de las escuelas de oficios más importantes del mundo. Es un centro de entrenamiento práctico de formación dual, que vincula al mismo tiempo la teoría con la práctica. La institución brinda cursos en tres áreas: industria y comercio (que incluye herrería, tornería, mecánica y electricidad); horticultura, forestación, carpintería, jardinería y paisajismo; y agricultura y energías renovables.

En 1990 el Estado decidió delegar la tarea de la capacitación, actividad que además le costaba mucho dinero, y así tercerizó el centro educativo. Actualmente Deula depende en un 60% de la Sociedad Agrícola Alemana, 25% de la ciudad de Nienburg y 15% de la Asociación de Jardinería de Alemania. De todos modos la institución sigue subordinada al Ministerio Federal de Alimentación y Agricultura alemán, aunque se financia a través de las contribuciones del Estado y de privados.

Algunos de los aprendices llegan a través del Estado, que es quien se hace cargo de esos costos de formación, pero las puertas también están abiertas para quienes quieran hacer un curso por su cuenta o enviado por una empresa, haciéndose cargo de los costos correspondientes.

En promedio cada alumno paga 80 euros por día, y eso incluye la alimentación y el alojamiento. «Es una solución muy inteligente porque el Estado compra los servicios que necesita y solo se tiene que hacer cargo de esa cantidad de alumnos. La formación de los agricultores es una tarea estatal y por eso el Estado debe financiar parte de la actividad. Nos comportamos como una empresa capitalista, porque de ese dinero debo pagarle al personal y realizar las inversiones que se necesiten. Por eso hay que tratar de ganar el máximo», explicó Bernd Antelmann, director de Deula.

En la escuela se realizan cursos de expertos calificados en construcción, reparación y operación. Hay un programa estándar para los jóvenes, donde aprenden a utilizar la tecnología, se los capacita sobre cuidado del medio ambiente y la eficiencia en el uso de los recursos. Pero el sistema ofrece también un programa de módulos para estudiantes que necesitan formación puntual en la realización de una tarea o manejo de una herramienta específica. Es por ello que en la institución se dictan cursos de una semana, otros de un mes y otros de un año.

Además hay programas individuales de formación, porque cada alumno demanda un aprendizaje diferente. En total la escuela ofrece 70 mil días de formación al año, considerando los días de clases de cada alumno.

Hay estudiantes jóvenes, de 17 años, que apenas están por comenzar su etapa laboral y también personas de 60 años. Además hay profesores que necesitan formación adicional, porque la tecnología evoluciona y hasta los expertos requieren capacitación permanente. «Lo que se aprendió hace 20 años sobre agricultura hoy tiene solo la mitad del valor. Es el área más revolucionaria de la economía y no funciona sin un personal bien calificado», afirmó Antelmann.

El centro cuenta con 60 profesores y también se contratan expertos, que no forman parte de la plantilla docente, para dictar cursos puntuales.

Cambio laboral en el campo

Hace algunos años era mucho mayor la cantidad de gente que trabajaba en las tareas agrícolas, pero el avance tecnológico fue quitando fuentes de trabajo. Sin embargo, esas nuevas herramientas también fueron generando oportunidades laborales en otros rubros, como la mecánica, herrería, tornería y electricidad.

Fue así que en las zonas rurales quedó mucha gente sin trabajo en las chacras y tuvo que especializarse en los otros oficios para continuar viviendo y trabajando en su comunidad. Muchos jóvenes de esas regiones no podían ir a la universidad ni dejar el campo y esta fue una posibilidad para seguir estando con su familia y sus amigos, aprendiendo los oficios que hacen falta también en el campo.

Antelmann recordó que hace 10 años no había trabajo en la agricultura alemana y las posibilidades de tener un ingreso vinculado a ese rubro eran pocas, pero luego esa situación cambió. Los alimentos son cada vez más escasos y a la vez demandados, porque además del incremento de la población mundial está el cambio climático, que también tiene su responsabilidad en esa escasez.

Actualmente en los predios agropecuarios europeos es muy común ver que se producen diferentes energías renovables, ya sean de fuente fotovoltaica, eólica o bioenergía. Es por eso que se dice que los productores ya no son agricultores sino energicultores. En el rubro energético, las oportunidades también son excelentes.

Por todas estas razones, como también ocurre en Uruguay, los jóvenes están eligiendo trabajar en el campo. Cambió la reputación social del productor y la incorporación de tecnología tiene mucho que ver en eso.

El director de Deula señaló que lo que más se necesita en el país es mano de obra calificada en ganadería. Los establecimientos ganaderos trabajan de forma muy intensiva, de forma estabulada. El especialista debe saber de agricultura, nutrición, veterinaria y también de energías renovables.

Formación dual

El dominio de estos oficios requiere conocimiento teórico, pero también desarrollar la capacidad práctica en base a la teoría. Es por ello que en Deula las aulas están dentro de los mismos talleres. En un extremo está el pizarrón con los pupitres, donde los alumnos aprenden los conceptos teóricos e inmediatamente ponen ese aprendizaje en práctica. Si el profesor observa que los conceptos no quedaron claros, vuelven a la teoría. De eso se trata la formación dual.

La capacitación no apunta solamente a la última tecnología, sino también a la reparación de máquinas antiguas.

Todos los egresados de Deula están trabajando y la demanda de mano de obra calificada es superior a la oferta, aseguró su director. Las empresas le solicitan al centro de capacitación que les envíen técnicos especializados. Los salarios dependen de la calificación de cada alumno, pero en promedio la industria paga entre 15 y 20 euros por hora. La cifra es de un salario promedio para Alemania, ni alto ni bajo, pero la tendencia es al alza debido a la escasez de mano de obra calificada.

En el caso de los cursos relacionados a la operación, mantenimiento y reparación de maquinaria agrícola, las prácticas se hacen con equipos de última generación que son prestados por los fabricantes y luego son devueltos.

Las industrias tienen interés que los estudiantes los conozcan y toman ese préstamo como una estrategia de marketing. Pero Antelmann explicó que la postura de Deula es neutral y nunca se le dice a un alumno que una máquina es mejor o peor que otra, sino que se les enseñan las herramientas para que ellos mismos puedan sacar sus conclusiones.

«No somos vendedores. Tenemos una gran diversidad de máquinas y explicamos qué es capaz de hacer cada una de ellas, porque queremos que cada estudiante analice cuál es la mejor y que tenga la capacidad de discutir con los vendedores», dijo el director.

Deula-Nienburg tiene acuerdos con diferentes centros de capacitación en otras partes del mundo y recibe a estudiantes por cinco o seis meses para hacer cursos. Pero la institución también envía a sus expertos a formarse en otros países. Además apoya a sus socios a establecer centros de formación, colaborando con el desarrollo de la parte práctica en otras escuelas ubicadas en diferentes países del mundo.

El año pasado, 20% del alumnado de Deula-Nienburg era extranjero, estudiantes que complementan sus conocimientos en Alemania. Cuando El Observador Agropecuario visitó el centro se encontraban estudiantes argentinos, brasileños y chilenos. Por otra parte, el número de mujeres es creciente.
El predio de Deula tiene una extensión de 10 mil metros cuadrados y cuenta con un galpón de piso de tierra, que simula una chacra, que tiene la posibilidad de generar lluvia artificial para observar cómo funciona una máquina en suelo mojado y evaluar cómo compactan, por ejemplo.

Capacitarse para ser más eficientes

Los agricultores alemanes entendieron que su capacitación es una inversión tan eficiente como comprar una buena máquina, aunque no sea una inversión material. Se observa que los productores concurren con gran interés a los seminarios de fertilización, por ejemplo, porque saben que mejorando la aplicación pueden ahorrar dinero.

Los expertos también necesitan capacitación en breves intervalos. Para usar una fumigadora en Alemania, por ejemplo, se debe aprobar previamente un examen neutral técnico, para verificar los conocimientos del operador. Este debe saber aplicar el producto de forma equivalente y correcta. Otra condición es que el operador de la máquina tenga una licencia muy especial. Es el Estado quien exige esa formación por Ley y además la financia.

Las prácticas de los cursos de Deula se hacen por contratos de cooperación en establecimientos. Además, antes del inicio del curso cada alumno realiza una prueba que sirve para evaluar con qué conocimientos llega. Hay alumnos que no terminaron la secundaria y llegan con un nivel bajo, pero también hay estudiantes que ya tienen una capacitación previa y son de nivel avanzado.

 

Fuente: por Lucas Farías, de su viaje a Nienburg, Alemania. El Observador Agro. Uruguay.

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