Expertos privados y del INTA cuentan cómo los usan para bajar costos de producción. Un adelanto del futuro.
De a poco, los drones agrícolas van ganando terreno en el campo. A través de sensores o cámaras montadas en los equipos de vuelo pueden generar información útil para los productores. Son varios los usos que ya se hacen de la tecnología. Y habrá más.
En el INTA Paraná, por caso, utilizan los sensores remotos para desarrollar prescripciones variables en base a índices de vegetación, evaluar la calidad de implantación en lotes de maíz, caracterizar la topografía o determinar la distribución de malezas en los lotes, según contó el el experto Ricardo Melchiori, quien es parte del Proyecto de Agricultura de Precisión de esa experimental, en un taller dictado durante el reciente congreso de Aapresid.
En la empresa AGD ya están aplicando un dron para hacer un relevamiento topográfico y calcular curvas de nivel, confeccionando así un modelo digital de superficie. “Esta información la llevamos a los tractores con piloto automático y ellos trazan las curvas de nivel directamente en el lote”, explicó Cristian Host, encargado de probar la tecnología en la compañía.
La pequeña nave no tripulada ha servido también en esta empresa para definir superficie útil y hacer mediciones donde no se puede acceder con GPS; así como para para detectar mala distribución en aplicación de fertilizante al voleo en maíz. “Hace un tiempo, además, estamos probando la identificaciónde malezas en un cultivo implantado”, agregó Host.
Por su parte, la licenciada Luciana Moltoni y el experto Andrés Moltoni, del INTA, analizaron la conveniencia de usar drones en aplicaciones sitio específicas de herbicidas con prescipciones hechas a través de las imágenes tomadas en vuelo.
“El estudio fue realizado en barbecho con el objetivo de ahorrar herbicida y agua”, indicó Moltoni. “Desde INTA no encontramos dificultades técnicas para el uso de esta tecnología, incluso se pueden obtener buenas imágenes utilizando cámaras muy simples, el software de procesamiento de las tomas es accesible y existen equipos de pulverización variables disponibles en el mercado”, repasó la licenciada.
Para determinar la conveniencia económica, los especialistas tomaron en cuenta las variables más relevantes que operan en el proceso: el precio de la toma de imagen a 2 dólares/ha; dos escenarios de análisis, uno con glifosato común a 3,8 dólares/litro y otro con glifosato premium; y dos niveles de infestación con malezas, 30 % y 70 %.
“Si el producto se aplica en cobertura total, el gasto es de alrededor de 15 dólares/ha, en cambio, con drones y 30% de enmalezamiento se gastaron 6,50 dólares/ha en herbicida, y con 70% de enmalezamiento hubo un ahorro de 2,50 dólares/ha con respecto a la pulverización total”, detallaron. Vale destacar que cuando se aplicó glifosato premium el ahorro fue aún mayor, 23 dólares/ha y 8,60 dólares/ha para 30% y 70% de emalezamiento, respectivamente.
De acuerdo al estudio, siempre que el nivel de malezas en el lote sea inferior a 87%, con el uso de esta tecnología hay ahorro en herbicida.
Sin embargo, la herramienta está lejos de adoptarse masivamente. “Uno se topa con una cantidad de datos impresionante, más información de la que necesita; el tema es cómo transformar eso en una prescripción”, planteó Melchiori. El tiempo que lleva procesar la información todavía es un cuello de botella.
En INTA están desarrollando un software amigable para generar mapas de malezas y prescripción de aplicación sitio específica de herbicidas. “La idea es que cuando uno ingresa una imagen georreferenciada nos dé como resultado un mapa de prescripción -en donde uno puede elegir los litros de producto que quiere aplicar -que luego se lleva en un pendrive y se carga en la pulverizadora, utilizando un formato estándar”, detalló Moltoni. En breve, esta herramienta estará disponible en forma gratuita para todos los productores y asesores.
Tal parece que, como dijo Melchiori, “la tecnología está por delante de cómo pensamos o podemos resolver los problemas”.
Fuente: Clarín Rural