El programa Carne del Pastizal busca incentivar la producción de ganado con respecto por las pasturas autóctonas. Cuenta con un protocolo, procedimientos, un manual de calidad y establecimientos adherentes. La iniciativa de crear esta certificación comenzó hace 10 años, con el objetivo de conservar la biodiversidad en el Cono Sur.
Para esto su creó la Alianza del Pastizal, integrada por instituciones de la Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En estos países, la ganadería se desarrolla de forma extensiva y sobre pastizales nativos que son forraje para el ganado, pero a la vez el hábitat de numerosas especies de aves.
Los pastizales del Cono Sur constituyen uno de los pocos ecosistemas de praderas y sabanas templadas del mundo. Abarcan una superficie aproximada de un millón de kilómetros cuadrados, compartidos por cuatro países que integran el Mercosur: Paraguay, Uruguay, Brasil y la Argentina. La mayor cantidad de pastizales se encuentra en la Argentina (60%), mientras que Uruguay y Brasil comparten proporciones similares (18% cada uno) y en Paraguay está el resto (4 %).
En la Argentina, la mitad de los pastizales autóctonos se han perdido debido a la práctica de la agricultura. Variedades como el agropiro criollo y la cebadilla chaqueña sufrieron una disminución significativa y hoy son difíciles de encontrar en la provincia de Buenos Aires. Y las consecuencias se extienden a especies que no encuentran refugio entre las extensiones de cultivos asociados a agroquímicos, como el tordo amarillo, entre las aves, y el venado de las pampas, entre los mamíferos.
La iniciativa cuenta con financiamiento de agencias de cooperación internacional (como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial), de países (el Gobierno de Canadá) y de donantes particulares, lo que ha permitido dictar talleres para productores ganaderos y técnicos.
Gustavo Marino, coordinador del programa Pastizales de Aves Argentinas, dice: “La principal fuente de recursos son nuestros socios y es importante no solo porque nos permite llevar a cabo diversas acciones, sino también por el capital social que implica toda esta gente involucrada en el conservacionismo. Hay donantes del exterior, lo que también se explica porque hay una gran cantidad de especies migratorias que vienen de Estados Unidos y Canadá, y que atraviesan todo el continente para llegar hasta Sudamérica. Hasta un 35 % de las especies presentes en algunas estancias argentinas son migratorias”.
La ganadería y el conservacionismo han podido convivir gracias a los conocimientos que se están generando en este programa. Por ejemplo, encontraron que, cuando se hace descansar a los potreros para evitar el sobrepastoreo, si coincide con la época de reproducción de las aves migratorias, mejora mucho el éxito reproductivo de las aves pero también la calidad de los forrajes.
La región de pastizales en el Cono Sur posee una notable diversidad vegetal. Se han detectado 1.600 especies de plantas vasculares (374 gramíneas o pastos) en las pampas argentinas, 2.500 (400 gramíneas) en los pastizales uruguayos y 3.000 (400 gramíneas) en la zona brasileña.
El trabajo de la Alianza del Pastizal comenzó en el año 2007 en la Argentina y, gracias a la colaboración de la Agencia Santafesina de la Seguridad Alimentaria, en 2012 se pudieron vender los primeros productos etiquetados. Posteriormente, en 2014, se hicieron las primeras exportaciones de cortes de carne envasados al vacío y, dentro de pocos días, gracias a la colaboración del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), se podrán conseguir estos cortes en una cadena de supermercados presente en todo el país.
La Alianza del Pastizal tiene entre sus miembros a productores y conservacionistas. Es una iniciativa privada que forma parte de la organización internacional Bird Life International. Según Marino, “esta iniciativa busca involucrar al consumidor como un actor en la conservación, ya que al elegir productos que respetan el ambiente también toma decisiones sobre qué uso se hace del territorio”.
Fuente: Matías Alonso. Agencia TSS
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