Un asesor recomienda qué medidas tomar en campos que sufren las consecuencias de las excesivas precipitaciones.
“Han llovido 250 mm en pocos días, el 60% de la superficie de la zona tiene exceso de agua y esto altera la alimentación, la sanidad y el bienestar animal en un momento crítico porque las vacas están en plena parición. Muchos terneros están muriendo”, dijo a Valor Carne Juan Insaugarat, médico veterinario de Saladillo, plena Cuenca del Salado, quien asesora establecimientos que participan del programa Fronteras Productivas de Biogénesis Bagó. Y detalló “que estos campos, que ya venían aplicando planes sanitarios para maximizar la eficiencia, se defienden mucho mejor, pero de cualquier modo se verán afectados”.
Uno de principales problemas de la vaca de cría surge de la escasez de forrajes y su calidad nutricional, lo que lleva a desequilibrios minerales. “Si no hay pastos suficientes y los que encuentran son muy tiernos, porque están recién sembrados, a los 10 días de parir, empiezan los trastornos metabólicos”, advirtió. Por ejemplo, las avenas y los raigrases, al arranque, no tienen tanto magnesio como para satisfacer las necesidades de un animal adulto, por lo que la madre lactante puede sufrir hipomagnesemia.
“El magnesio no se almacena en el organismo como ocurre con el calcio que está en los huesos. Si no viene de la ingesta la vaca no lo tiene. Es algo que hay que monitorear en forma constante para evitar una crisis aguda”, indicó Insaugarat.
En cuanto al ternero, la problemática más frecuente es que pierde a su madre.“Buscando un poco de pasto, la vaca se aleja y después no lo vuelve a encontrar. Esto ocurre en especial con las vaquillonas muy jóvenes, que no tienen experiencia materna. La cría se aguacha y se mete en lugares empantanados, hay que ir a buscarla y darle leche, pero muchas veces no sale adelante”, sostuvo.
Además, prosiguió, “con frío y humedad, a pesar de haber mamado calostro, esos terneritos son muy propensos a sufrir diarreas neonatales y un poco más tarde, a los 15/20 días de vida, pueden empezar las neumonías y causar mortandad”.
Insaugarat sostiene que estas patologías consecuentes de las inundaciones se están dando en toda la Cuenca del Salado, principal zona productora de terneros del país. “Participo de un ateneo en la Facultad de Veterinaria de Tandil junto a otros veinte veterinarios de distintas partidos de Buenos Aires y todos coincidimos en el diagnóstico”, aseguró. Y subrayó que “este año ‘la cosecha’ de terneros se va complicar. Particularmente, pienso que las metas propuestas en el programa Fronteras,podrían afectarse, no por falta de compromiso de los productores, sino por causas de fuerza mayor, es inevitable”.
¿Qué hacer?
Frente a este panorama, el profesional aseguró “Lo fundamental es movilizar el rodeo lo menos posible, máximo si las vacas están pariendo; hay que arrimarle rollos, que aportan fibras, y granos energéticos, como maíz o cebada”.
Para Insaugarat, una clave es revisar el rodeo varias veces al día porque la hipomagnesemia se pueda presentar en forma hiperaguda o aguda incluso en la noche. “Los animales tiene temblores, patean, se produce una caída de cúbito lateral. Si no hay ayuda inmediata, quedan ahí. Hay que inyectarles calcio y magnesio por vía endovenosa; con ello, responden muy rápido, es muy efectivo. Capacitamos al personal para que puedan aplicar el medicamento y siempre tienen el botiquín a mano”, explicó. Y aclaró que “los establecimientos más adelantados, que cuentan con planes sanitarios estrictos, consensuados con todo el equipo, están mejor cubiertos frente a estas enfermedades ya que adicionan sales minerales en forma habitual, mucho antes de cualquier crisis”.
Otro dificultad causada por el anegamiento es que se prolonga el período entre el parto y el nuevo celo por carencias nutricionales. “Hay productores que tienen el rodeo muy ordenado, con una cabeza de parición muy importante, del 70 al 80%, y esto se logra con una muy buena alimentación, que en este momento no hay. La idea es anticiparse a la adversidad, tener prevista alguna pastura y sacar las vacas despacito al potrero que esté mejor, al lado, para volver a obtener una buena preñez”, enfatizó.
Por último, Insaugarat aseguró que el mayor peligro de la inundación está en las bacterias infecciosas que son transportadas por el agua y causan leptospirosis, salmonelosis, carbunclo, entre otras graves enfermedades que afectan a los bovinos y a las personas. “Hay que tener mucho cuidado cuando se manipula un feto abortado o una vaca malparida porque podría tratarse de un brote de leptospira. Es necesario trabajar con guantes, anteojos, el personal sabe que los tienen que usar pero algunos los omiten. Hay que abrir los ojos, la clave de la sanidad está en gerenciar el equipo humano”, concluyó.
Fuente: Valor Carne / Revista Chacra