En Argentina, la alfalfa (Medicago sativa L.) constituye para los sistemas de producción bovina de carne y leche el principal componente de la oferta forrajera de las pasturas implantadas por ser la especie de mayor valor nutritivo dentro de todos los cultivos forrajeros comerciales.
Para expresar su potencial productivo, investigadores del INTA intervienen con programas de mejoramiento genético que contemplan la necesidad de obtener una producción de calidad y un buen volumen de forraje.
Ariel Odorizzi, investigador del INTA Manfredi −Córdoba−, cuenta que la alfalfa tiene hojas compuestas formadas normalmente por tres folíolos -hojas trifolioladas−, no obstante, explica que se suelen observar con cierta frecuencia hojas de cuatro o más folíolos –multifolioladas−, una característica que es altamente heredable. “Debido a la calidad forrajera y el valor nutritivo de las hojas, el carácter multifoliolado cobra un papel importante”, afirma.
El especialista, explica que en la investigación se ejerció presión de selección sobre tres variedades sin reposo invernal para obtener una línea con mayor cantidad de foliolos por hoja. De esta forma, “se obtuvieron líneas de alfalfa con hasta 11 foliolos por hoja”, afirma y agrega: “Los resultados indican que se lograron niveles de proteína del 26%, cuando lo normal es del 22%”.
Para Odorizzi, son fundamentales las características genéticas de la variedad de alfalfa sembrada y el cuidado para evitar pérdida de hojas. “Su proporción con respecto a los tallos del heno es un indicador de calidad muy importante ya que, entre el 60 y 75% de la proteína total de la planta de alfalfa se encuentra en las hojas”, asegura.
El investigador asegura que la generación de una población de alfalfa con alta expresión del carácter multifoliolado, sin reposo invernal, “permitirá contar con un cultivar desarrollado en Argentina, en el INTA y adaptado íntegramente a las condiciones locales, un avance sin precedentes en el país”. Además, agrega que “se contará con un material de alto valor nutritivo que permitiría a los productores ganaderos incrementar su producción de carne y leche”.
El proceso de selección
Para lograr un avance en la mejora de la calidad forrajera de la alfalfa se estableció un esquema de selección fenotípica recurrente, “un método de mejoramiento intrapoblacional muy eficiente empleado en el INTA Manfredi para el mejoramiento del rendimiento de forraje, persistencia y la resistencia combinada a plagas y enfermedades”, cuenta el investigador.
Para el desarrollo de las poblaciones de alfalfas, se realizaron cuatro ciclos de selección fenotípica recurrente en favor del carácter multifoliolado. En cada ciclo, cuenta Odorizzi, “se trabajó con una población inicial de 1000 individuos y se seleccionaron aquellos que expresaban ese carácter en dos estados de madurez”.
Con tres cultivares comerciales (Ruano, Mireya y CW1010) trifoliolados extremadamente sin reposo invernal se obtuvo la población original desde la que se comenzaron los ciclos de selección hasta lograr, mediante cruzamientos manuales, la población con 77,7% de expresión multifoliolada.
“Luego de cuatro ciclos de selección fenotípica recurrente se incrementó la proporción de plantas con alta frecuencia de hojas multifolioladas y ese carácter se mostró estable a lo largo de las temporadas”, explicó Odorizzi, y agregó: “La mayor multifoliosidad se correlacionó con niveles más altos de calidad forrajera, expresados como relación hoja/tallo y contenido de proteína bruta”.
El investigador afirma que “la cuarta población generada en este trabajo es una firme candidata a ser inscripta como un nuevo cultivar comercial”. Para tal fin, “se está evaluando en otras localidades que representen los principales mega ambientes donde se utiliza la alfalfa para su futura inscripción”, concluye Odorizzi.
Fuente: Revista Chacra
Huella Software